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Gasol, Trueba y el nacionalismo

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Curiosa manera de pedir que no se politice el deporte, haciendo política. Y usando mal el imperativo.

Alfonso Espinosa de los Monteros

La brillante victoria de la selección española de Baloncesto en el último europeo ha puesto de manifiesto, una vez más, la tremenda dicotomía de nuestro país. A los pocos minutos de la victoria en la semifinal contra Francia, con una estratosférica actuación de un Pau Gasol silenciando los silbidos galos, las redes se llenaban de mensajes de políticos, periodistas y afición que, aprovechando las inminentes elecciones autonómicas catalanas, querían “arrimar el ascua a su sardina” y sacar ventajismo político de un evento deportivo.

La brillante victoria de la selección española de Baloncesto ha puesto de manifiesto, una vez más, la tremenda dicotomía de nuestro país

En el mismo sentido interesado se incendiaron las redes con las declaraciones del cineasta Fernando Trueba quien, al recoger el premio nacional de cinematografía, dijo encontrarse sorprendido de recibir un reconocimiento nacional pues el “no se había sentido nunca español”. A los pocos minutos, la confesión ya se había convertido en viral. Desde las redes miles de tuits, mensajes y memes instaban al director a devolver el premio y todas las subvenciones que había recibido del estado español acusándolo de catalanista, separatista y anti español. Paradójicamente, Fernando Trueba es madrileño.

De idéntica manera, el debate sobre la españolidad de Pau –o no-, las declaraciones de Trueba y en general la situación catalana, se ha trasladado a la discusión común de todos y todas las españolas en bares, panaderías, pescaderías y gimnasios. Estoy convencido de que habréis escuchado en más de una ocasión en estos días aquellos “pues si se quieren ir, que se vayan” o incluso el más arriesgado “yo sacaba los tanques y se acababa tanta tontería”.

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Pau Gasol es un buen español por el ejercicio de sus obligaciones y derechos, independientemente de sus opiniones políticas

No es la primera vez que nuestro país reacciona de manera exagerada ante lo que se entiende como un ataque al sentimiento patrio. Hace pocas fechas, la polémica llegaba por los silbidos que recibía el jugador de la selección nacional de fútbol Gerard Piqué, conocido por su incontinencia verbal y por sus posicionamientos a favor de la independencia catalana. No es ni será el único ejemplo en el que la publicación de las opiniones políticas de un artista o deportista generan una campaña de animadversión contra él. Son famosos los casos del humorista Rubianes, las nadadoras Ona Carbonell y Mireia Belmonte, los pilotos Tito Rabat o Albert Roca, la tenista Laura Pous (que incluso se vio obligada a publicar una nota aclaratoria tras participar en la celebración de la diada y participar junto con la selección española en la copa confederación), el futbolista Xavi Hernández o el entrenador Pep Guardiola, quien incluso forma parte de una lista electoral independentista en las elecciones catalanas.

En el mismo sentido, pero al contrario, han sufrido ataques otros artistas y deportistas por mostrar su desacuerdo con planteamientos independentistas como los pilotos Dani Pedrosa, Marc Márquez o Marc Gené, la cantante Monserrat Caballé, el dramaturgo Albert Boadella y un largo etcétera.

Más allá de sorprenderme por la mediática importancia que se le da siempre a la opinión política de un deportista que, para mí, tiene la misma categoría que la de un fontanero, una jueza o un pescadero, me llama la atención la manera en que convertimos el deporte en un arma arrojadiza que lanzarnos de una a otra trinchera. El deporte debería ser eso, solo deporte.

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El gobierno de España, como casi siempre, ayudando a la extinción del incendio con mensajes recubiertos de gasolina y fuego.

El nacionalismo de pacotilla al que nos abocan políticos y algunos medios, ya sea catalán o español, no admite matices. O eres español o eres catalán. O eres bueno o malo. Con nosotros o contra nosotros. Da igual que el alabado Gasol haya manifestado abiertamente su beneplácito a la consulta soberanista, que Márquez haya celebrado indistintamente con las banderas catalana y española sus numerosos triunfos o que el cine de Trueba haya colocado a España en lo más alto con el Óscar a su deliciosa Belle Epoque si después dice no sentirse español.

El nacionalismo al que nos abocan políticos y algunos medios ya sea catalán o español, no admite matices: o eres español o eres catalán. O eres bueno o malo.

Apelar al sentimiento es algo arriesgado, por lo que tiene de íntimo y personal este concepto. No creo que la sociedad pueda dividirse entre mejores y peores españoles en base a la emoción que les provoque –o no- ver jugar a una u otra selección. A mí me genera más respeto como español el más independentista de los estibadores del puerto de Barcelona que hace honestamente su declaración, que el deportista madrileño que usa la bandera rojigualda como capa en la celebración de un título y después aprovecha la arquitectura contable para rapiñar un puñado de euros a Hacienda.

Porque ¿de qué hablamos cuando decimos que hay que sentirse español? ¿Qué es sentirse español? Yo he nacido en Valladolid y sin embargo, creo que mi idea de país tiene poco que ver con el del señor Xabier Albiol, por poner un ejemplo. Su España y la mía no tienen poco en común, diría más, lo que a él lo enorgullece de su país, a mi es lo que más repulsa me genera.

¿Por qué tenemos esa costumbre en España de convertir todo en un duelo a muerte? ¿Por qué no puede un deportista jugar con la selección española sintiéndose catalán? Es curioso que, precisamente los que acusan de intolerancia a quien se declara independentista, sean los más sectarios: esto es España, y es así, y punto, no se admiten discusiones. Desde luego, yo también disto bastante de sentir esa España como mía.

No quisiera yo, sin embargo, que quien leyera este artículo entendiese de mis palabras que defiendo el proceso soberanista. Todo lo contrario, como decía al inicio, los argumentos contra la exageración españolista son reversibles y válidos para atacar la, además, victimista posición del independentismo catalán. Políticos, medios de comunicación, todos juntos en la estrategia de tapar con banderas esteladas muy grandes una Catalunya en la que cada vez se acrecientan más las diferencias entre ricos y pobres. Ese es el auténtico problema.

La patria es algo que tiene que ver con el sentimiento, sí, pero en los últimos tiempos desde las dos trincheras se nos ha hecho creer que ese sentimiento tiene que ver única y exclusivamente con el territorio, con las fronteras –barreras- y con aquello que nos diferencia, con lo que nos hace distintos. Pero nadie habla de lo que nos une, de lo que tenemos en común, de lo que podemos construir.

La patria es algo que tiene que ver con el sentimiento. Desde las dos trincheras se nos ha hecho creer que tiene que ver con aquello que nos diferencia. Nadie habla de lo que nos une.

Mi patria, la mía, tiene más que ver con el tiempo que me ha tocado vivir que con las fronteras, que solo son viejas heridas de la historia. Tengo más que ver con un catalán, un andaluz, un griego o un peruano de mi generación, que con un vallisoletano que naciese en 1850. Los nacionalismos de sangre, lindes y banderas me repugnan. Todos, por egoístas e insolidarios. Nada da más rasgos comunes a sus hijos que la época que les ha tocado vivir, esa es la auténtica patria y la única que yo “siento”.

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En España, puedes pasar de héroe a villano en lo que dura un discurso.

No creo que España ni Catalunya tenga un problema identitario. Creo que nos lo quieren hacer creer unos y otros, con retóricas y discursos incendiarios. Creo que catalanxs y españolxs tenemos mucho más que ver de lo que nos quieren mostrar. Que compartimos época y eso nos une frente al cambio generacional que está aconteciendo. Que el folclore, el idioma, los matices nos hacen especiales, pero no diferentes y que son unos pocos, pero con grandes altavoces y grandes focos los que están alentando esas diferencias.

Son estos mismos, los que están vendiendo nuestro país a los poderosos, los únicos interesados en que continúe esta dialéctica de la confrontación, la pelea y el insulto. Son ellos los que ganan mientras españoles y catalanes que tienen mucho en común se miran recelosos golpeándose el pecho con el puño, permiten la venta de nuestro sistema productivo a los especuladores y ahondando en la desestructuración económica, que no territorial, de nuestro país, y sufriendo las relaciones laborales y de creación de empleo que se derivan de ella. Ese es el auténtico drama. Nos quitan derechos, bajan nuestros salarios, recortan los servicios públicos y enfrentan a parias contra parias “mira, estás pagándoles el PER a los andaluces”; “Tú paga los impuestos para que luego pongas todos los carteles en catalán”. Y mientras tanto, unos pocos siguen llevándose el dinero a manos llenas.

Los que están vendiendo nuestro país a los poderosos, son los únicos interesados en que continúe esta dialéctica de la confrontación, la pelea y el insulto.

Mientras miramos el número de franjas de la bandera que sacan nuestros deportistas, deshacen el país que hemos construido entre todos y todas. Y ese, el sentimiento de repulsa sí que debería ser el que nos uniese en defensa de todo aquello que nos une, que nos suma y que, esto sí, construye nuestra identidad.

“Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.”

Federico García Lorca.

Enlaces

http://www.puntodebreak.com/2013/09/19/carta-de-una-tenista-catalana

http://www.elmundo.es/cultura/2015/09/19/55fd5984ca47417c128b4578.html

http://www.elconfidencial.com/deportes/otros-deportes/2014-09-17/los-hermanos-gasol-se-muestran-a-favor-de-la-celebracion-de-la-consulta-independentista_199857/

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