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Autora: Montserrat Sanz García
Recientemente acudieron a consulta Ana y Manuel (nombres ficticios) para iniciar una Terapia de Pareja. Llevan 4 años viviendo juntos pero sobre todo para Ana estos años de convivencia han resultado asfixiantes. Quiere mucho a Manuel al que describe como buena persona, cariñoso, amable, atento, tolerante con sus “arranques” de carácter…pero se siente agobiada por su solicitud y sobre todo, sobre todo, por la idea de pareja que él tiene y que presiona por imponer a Ana.
Considera que si una pareja se quiere de verdad y funciona, lo normal es que hagan las cosas juntos, que compartan todo el tiempo posible y estén permanentemente en simbiosis para que la relación funcione. Cuando le pregunté porque cree que eso es lo indicado, me contestó que es así como debe ser porque es lo correcto, lo que ha sido siempre y lo que se espera que debe ser… O sea, porque la costumbre social le ha enseñado en su ámbito y entorno que eso es lo usual en muchas de las parejas… Lo cual no significa que sea lo mejor, lo ideal ni lo adecuado para ellos.
Que la costumbre social sea lo usual en muchas de las parejas… no significa que sea lo mejor
Los Psicólogos decimos que hay tantas relaciones de pareja como personas. Cada uno tiene su propia idea de cómo debe funcionar su relación y ni siquiera esto es inmutable, puesto que como toda relación personal va evolucionando a lo largo del tiempo y cambiando las necesidades y expectativas de los integrantes. Decir de forma taxativa que solo una pareja al uso tradicional es válida, es un error por tanto. Y mucho más si tenemos en cuenta que la evolución de la sociedad ha generado situaciones en las que se dan múltiples y variadas soluciones al tema. Hoy encontramos parejas que no conviven a pesar de llevar juntas muchos años porque en ese acuerdo han encontrado una vía válida para que su relación sea gratificante para ambos. Otros están en parejas abiertas donde se toleran las relaciones con otras personas mientras que lo que no se traicione sea la lealtad emocional. Conozco algunos que viven permanente separados por cientos de Kms. por voluntad propia y viven cada reencuentro como si fuera el primero.
Hay tantas relaciones de pareja como personas
¿Podemos decir que estos modelos de pareja son inadecuados?, o ¿más bien son formas adaptativas en que las personas se amoldan a las distintas circunstancias en que las ha tocado vivir…?
La sociedad de hoy en día ha hecho que los modelos tradicionales hayan dejado de ser únicos y pierdan validez. Hoy la mayoría de las mujeres deben trabajar (por derecho y por necesidad) fuera del hogar. La mejora en las carreras laborales impone para todos, hombres y mujeres, el sacrificio del tiempo personal y no digamos ya del tiempo en familia. A los jóvenes profesionales de hoy les gusta competir en su trabajo, disfrutar de un ocio sin responsabilidades con los amigos, viajar, relacionarse…y eso en muchas ocasiones limita la capacidad de compromiso. Por eso estas nuevas formulas de relación triunfan cada vez más.
Sin llegar a estos extremos, lo cierto es que en el caso que nos ocupa, Manuel querría una relación comprometida que ocupará a los dos en ese mismo objetivo, pero Ana con 26 años, amante de los viajes, las amigas y las risas, “no está por la labor”. Quiere vivir con Manuel, pero seguir disfrutando de las cosas que le gustan y le hacen feliz. No quiere “comprometerse” porque tiene la sensación de que con ello va a perder independencia y libertad. Y así están. El queriendo “atarla” a su lado y cuanto más lo intenta, más quiere huir ella de esa situación.
Probablemente la solución pase porque Manuel entienda que hay que estar abierto a otras posibilidades distintas de las que hemos visto siempre, que serán válidas siempre que nos hagan sentir bien; y porque Ana entienda que el compromiso es fundamentalmente emocional, y que por lo tanto tener un papel o una hipoteca en común tampoco significa mucho.
Sea como fuere, los nuevos tiempos traen formas nuevas que serán válidas si con ellas nos sentimos bien.
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