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Canadá, de Richard Ford, y Libertad, de Jonathan Franzen

Canadá, de Richard Ford

Las dos últimas lecturas realizadas por el Taller del AteneoSC han sido las novelas de dos autores contemporáneos norteamericanos, Canadá, de Richard FORD y Libertad, de Jonathan FRANZEN. Sin pretenderlo por parte quienes las propusieron, ambos libros tienen mucho en común a pesar de que sus argumentos son muy diferentes. La novela de R. FORD (Misisipi, 1944), publicada en 2012 y Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2016, relata la peripecia personal de un adolescente que a los quince años tiene que abandonar su hogar para no ser internado por los servicios sociales de su comunidad al haber sido condenados a prisión sus padres; trasladado a Canadá por una conocida de su madre, vivirá una dura experiencia de iniciación a la vida adulta. Por el contrario, Libertad, de Jonathan FRANZEN (Chicago, 1959), publicada en 2010, es una novela coral cuyos protagonistas están unidos por lazos de familia, de amistad, de intereses o de negocios, componiendo un retrato de parte de los Estados Unidos entre los años 70 y la Guerra de Irak.

Libertad, de Jonathan Franzen

¿Qué tienen en común ambos libros? En primer lugar la prolijidad: uno con 672 páginas y otro con 512 dan para un buen rato de lectura. En segundo lugar, el realismo (casi naturalismo) del estilo de ambos. Y en tercer lugar, el gusto que ambos autores muestran por las tramas paralelas lo que, al muy modesto parecer de la mayoría de los componentes de Taller del Lectura, les hacen perder intensidad. En Libertad encontramos momentos de clímax soberbios seguidos de larguísimas descripciones que más tienen que ver con el estilo periodístico y que poca información aportan al lector mínimamente curioso: el móvil economicista y especulativo de la guerra de Irak, por ejemplo, es sobradamente conocido aunque no con la sordidez con la que se narra. Y al lado nos encontramos con política, geopolítica, economía, ecología, sexo y rock and roll. Pareciera que FRANZEN pretende seguir los pasos del maestro BALZAC cuando afirmaba que pretendía “faire l’inventaire de la société française” (inventariar la sociedad francesa) de la primera mitad del siglo XIX. Claro que él lo hizo en las 137 novelas de La Comedia Humana y no en una sola.

El caso de FORD es similar. Con un comienzo espectacular en el que el autor nos desvela de entrada el contenido de la novela (“Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después. El atraco es la parte más importante, ya que nos puso a mi hermana y a mí en la senda que acabarían tomando nuestras vidas. Nada tendría sentido si no contase esto antes que nada”) y que hace relamerse al lector preguntándose cómo puede seguir durante las 512 páginas siguientes hasta llegar al desenlace, la novela se hace larga debido a los múltiples pasajes de recreación de la vida cotidiana en una región y en una situación para nada apasionante. Los miembros del Taller de Lectura hemos recordado con admiración otra novela de iniciación que nos dejó boquiabiertos en apenas 200 páginas y que ya fue comentada en esta sección: Intemperie, de Jesús CARRASCO.

No vaya a pensarse que ambas novelas son prescindibles. Ni mucho menos: están muy bien escritas por autores que conocen a fondo su profesión y que tienen algo que decir, que han sido reconocidos y premiados por la crítica mundial.