
Más artículos del autor:
♦ El Bosque Real junto al Abrojo
♦ Las campanas de nuestra iglesia y monasterio
♦ El reino de León
♦ La historia continúa
♦ Del reino visigodo a los árabes
♦ De los romanos a los visigodos
♦ Los pueblos prerromanos en Laguna de Duero
♦ El escudo y la bandera de Laguna de Duero
Colaboraciones del autor:
♦ Ermitas y humilladeros en Laguna de Duero
♦ El vino y los viñedos en Laguna de Duero
♦ Fuentes y manantiales en Laguna (parte III)
Texto de Teodoro San José García
Bibliografía:
- Javier Palomar
- Javier Urrea
En la provincia de Valladolid y en el término municipal de Laguna, en la margen derecha del río Duero y junto a la carretera de la Corte, en el puente de Boecillo; se erigió durante el reinado de Juan II, en el año 1415 un monasterio que recibió el nombre de “El Abrojo”, en honor a las plantas armadas de púas que abundaban en la zona, y que molestan a quienes las tocan, ocupando un bosque que abarcaba ciento cincuenta y una obrada y quinientos veintinueve estadales.; si bien, hasta el año 1418, durante la celebración del Concilio de Constanza no quedó formalmente constituido, donde estuvo la capilla de la Concepción, patronato de los Marqueses de Valderrábano, quedando establecida la titularidad de Santa María de El Abrojo.
RUINAS EXISTENTES DEL PRIMITIVO CONVENTO:
Posteriormente dicho convento en recuerdo del patrón de Valladolid, San Pedro Regalado, se le conoció bajo el nombre de Scala Coelí, rememorando la tradicional escalera, por la que descendía por las noches San Francisco de Asís a bendecir a sus moradores; tras haber canonizado el Pontífice Benedicto XIV, a Fray Pedro Regalado durante el reinado de Enrique III.
Este famoso convento comenzó su fundación en una huerta propiedad de D. Alvar Díaz Villacreces y que donó al venerable Fray Pedro de Villacreces (hermano del arzobispo Juan Villacreces), y a Fray Pedro Regalado en el año 1415, quienes reformaron la Seráfica Orden franciscana, volviéndola a su primitiva austeridad; siendo ampliado en sus terrenos por la donación de Isabel la Católica, además de costear el sepulcro del elevado a dignidad San Pedro Regalado, tras afirmar que en él se habían hospedados sus majestades Juan II, los propios Reyes Católicos, y su hijo Carlos I; y otras propiedades donadas por el Concejo de Laguna.
El convento contaba además de la capilla mayor propiedad de la familia Cuadra Avellaneda en la parte formada por dos hileras de sepulturas del presbítero, con otras dos capillas. La de Nuestra Señora en la propia iglesia a la derecha en la parte de la epístola patronato de Dª María de Quiroga, viuda de D. Francisco Hernández de Alderete, Secretario de la Audiencia Real, y otra dedicada a San Francisco al lado de la epístola que era del evangelio. Para ambas capillas Dª María de Quiroga se comprometió en 1528, a colocar rejas para sus respectivos cerramientos.
El 21 de Septiembre de 1569, Felipe II, en conmemoración del primer aniversario del fallecimiento de su padre, el Emperador Carlos V, celebró allí solemnes honras fúnebres, asistiendo a ellas junto con su hermana la princesa Dª. Juana, que se encontraba retirada en el palacete erigido para descanso de los Reyes de Castilla; siendo visitado posteriormente por Felipe II en sus encuentros con Dª. Margarita de Ulloa, siendo descritas sus entrevistas por el Reverendo Padre Coloma.
Durante el reinado de Felipe IV, se produjo casualmente un violento incendio en la noche del 9 de Abril de 1624, que redujo a cenizas el convento, parte de la iglesia, tribuna y cuarto real, quemándose el segundo piso, suelos y techumbre reedificándose poco después el
Convento. Para la reconstrucción Su Majestad Felipe IV dio 3.000 ducados, la Condesa de Tripiana 500, el Marqués de los Velez 300, la ciudad de Valladolid aportó grandes cantidades, los pueblos cercanos dieron sus posibles de madera y materiales, acudiendo a trabajar las personas sin posibles; volviéndose a fabricar la iglesia en el mismo lugar de la anterior y con mejor fabrica; colocando en la capilla mayor las Armas Reales de Felipe IV que así quedó como Patrón.
FUENTES DE SAN PEDRO Y JERICÓ:
Durante los días 24 y 25 de febrero de 1788 una gran inundación motivada por una gran crecida del río Duero, estuvo a punto de convertir en ruinas el nuevo convento reedificado e histórica residencia; si bien a través del tiempo dejó de ser primero residencia de frailes y luego como edificio, quedando hoy unos pocos vestigios, conservándose hoy restos de la planta baja del convento y bodega (convertida en estanque) y las dos fuentes denominadas de las Herejías (adosada al muro del convento y conocida popularmente como San Pedro), y la de Jericó cercana a la capilla y en la zona verde que la circunda, dentro de los restos existentes de la hospedería.
Los documentos conservados sobre la restauración y los efectos del incendio, en publicación de Javier Palomar del Río, describen su estructura de dependencias y palacio. “Los muros eran de piedra, tierra y ladrillo, existiendo un edificio principal destinado al alojamiento de los reyes, dispuesto en dos pisos y situado al sur (desde la capilla del convento hasta la cerca del bosque”, y se accedía por un soportal. La planta inferior tenía dos habitaciones, con pavimento empedrado y techo de bovedillas, con unas medidas de planta de 8,68 metros por 11,48 metros.; una escalera de doble tiro que daba acceso al piso superior embaldosado de ladrillo cortado y raspado, que desembocaba en el “cuarto de recibimiento” que disponía de chimenea con campana, y todo ello ocupaba la misma superficie que la planta baja, pero repartida en dos habitaciones.
RESTOS DE LA TAPIA DE LA HOSPEDERÍA:
La reconstrucción , tras el incendio fue dirigida por Francisco de Praves, arquitecto y maestro mayor de las obras de la Casa Real en Valladolid, continuándose tras 14 años en el año 1638, al sustituir Melchor de Beya al fallecido Praves. En 1646 se realizó una nueva reconstrucción al sustituirse las vigas deterioradas por el incendio y la instalación de un nuevo suelo, bovedillas y tejado, reparando ventanas y puertas y arreglos de la escalera.
De aquella fundación franciscana junto al río Duero, con su huerta y amenos arbolados cercados por copiosos y copados pinos, no queda gran cosa actualmente más que restos de cimientos y muros, una pequeña capilla o cripta, un estanque, y otros.
En el año 1842 el arquitecto titular de arbitrios de Amortización, Epifanio Martínez de Velasco, describía en un informe que el edificio en dos alturas ocupaba una superficie de 35.421 pies, la huerta, soto y tierra con algunas cepas ocupaban 9.000 obradas, y otros 238 estadales eran ocupados por árboles frutales; quedando tasada la totalidad de la finca en 61.277 reales. Debido a las leyes desamortizadoras del Ministro Mendizábal se puso en marcha la maquinaria burocrática que acabó, primero con la fundación religiosa y continuó con la ruina del monasterio y convento.
En la década de 1950 a 1960 los Padres Oblatos edificaron en sus inmediaciones un seminario en cuyo edificio y para el recuerdo incrustaron dos lápidas de escudos labrados durante el siglo XVII; Uno timbrado por un sombrero episcopal sobre el escudo del Obispo de Plasencia Fray Enrique Enríquez, y otro timbrado por la cabeza de un águila sobre el escudo del Marqués de Valderrábano y Conde de Nieva D. Francisco Enríquez de Almansa.
En lo referente a los restos conservados de la actual capilla que conocemos popularmente como la de San Pedro Regalado, fue fundada por D. Fray Enrique Enríquez
Manrique Obispo de Osma y Plasencia, de la Sagrada Orden del Aguila de la sabiduría de S. Agustín, y de la ilustre casa de los Almirantes de Castilla, para ser enterrado en ella junto con su hermano el padre fray Juan Enrique religioso del Abrojo, y otro hermano suyo. Los tres eran hijos del Virrey de la Nueva España y posteriormente del Perú, D. Martín Enríquez de Almansa y de su esposa María Manrique de Castilla, junto con al menos otros siete hijos más. Un nieto de ambos, Francisco Enríquez de Almansa Manrique de Ulloa y Pimentel, nació en Valladolid en el año 1550 y se casó en 1588 con María Velasco y Zúñiga, hija de los Condes de Nieva que ostentaba el título desde 1597; por lo que el 9 de noviembre de 1614 el Rey Felipe III le concedió el Marquesado de Valderrábano, y al no tener descendencia legitima, el título recayó sobre su sobrina Ana de Luna y Enríquez, II Condesa de Fuentidueña, esposa de Cristóbal Osorio Fortocarrero, III Conde de Montijo, heredando el Marquesado de Valderrábano a partir de entonces los hijos primogénitos de los condes de Montijo
ACTUAL CAPILLA DE SAN PEDRO REGALADO DEL ABROJO:
No se ha encontrado, de momento, ningún documento que aclare el proceso de construcción de esta capilla, pero no sería extraño, que dado que el arquitecto Francisco de Praves, siempre realizó obras en el palacio del Abrojo, hubiese sido el encargado de la traza de esta reducida capilla. Por otro lado el incendio del convento ocurrido en 1624, tuvo que dañarla en alguna medida, afectando según los religiosos a la capilla de Nuestra Señora de la Concepción y su retablo que según los estudios realizados, junto a la escultura titular realizada por el escultor Gregorio Fernández, se encuentran actualmente conservados en la iglesia del despoblado de Valviadero , a 25 Kms. en línea recta del Abrojo sobre el camino a Madrid.
VISTA AEREA DEL SEMINARIO DEL ABROJO:
En la década de los años 1950 los RR. Padres Oblatos edificaron en las inmediaciones del desaparecido convento del Abrojo un seminario, siendo ocupado más tarde, en régimen de alquiler y una vez abandonado el edifico por ellos, por los comienzos del Liceo Frances en nuestra localidad, quienes impartieron sus clases mientras se edificaba su nuevo centro en la avenida de Prado Boyal; a la vez que edificaron una nueva planta, conteniendo capilla y albergue con seis habitaciones, para residencia de los frailes que aún moraban en el lugar. Hoy no reside nadie allí y el único fraile que lo visita tiene residencia fija en Portillo, si bien, no falta cada año al acto que durante las fiestas patronales de San Pedro Regalado, se realiza en esa nueva construcción con oferta a los visitantes de aperitivo de vino español, una vez celebrada la correspondiente misa, y tras la visita con anterioridad a la capilla, donde amablemente reciben a cuantos se desplazan a ella los integrantes de la familia Mongil, quienes se encargan voluntariamente de mantener la capilla en perfecto estado y limpieza; al igual que se encuentran siempre dispuestos para facilitar el acceso a la misma a cuantos novilleros y toreros, desean presentar sus capotes antes de emplearlos en novilladas y corridas, para pedir la bendición del santo.
Pedro Regalado recibió la canonización el 29 de junio del año 1746 de manos del Papa Benedicto XIV, y ese mismo año el 13 de mayo Valladolid le nombró su patrón, celebrando actos taurinos en esa fecha en su honor desde entonces.
Posteriormente y durante el trascurrir del año 1953 fue nombrado Patrón del gremio de los toreros, contando siempre con la gran devoción que le profesan todas las figuras, ya que en octubre de 1951, el Grupo Taurino del Sindicato Nacional del Espectáculo acordó proponer a San Pedro Regalado como patrono a la Asesoría Eclesiástica Nacional de Sindicatos, y fue aprobada por Luis Almarcha Hernández, Obispo de León y asesor eclesiástico sindical, el 14 de noviembre de 1951.
Otro aspecto que nos demuestra el simbolismo y recuerdo de su persona lo podemos comprobar en la ciudad de Valladolid, que en el año 1865 colocó su nombre en la calle que une el antiguo lugar del convento de S. Francisco con la catedral: o el barrio que lleva su nombre, y además el 13 de mayo del año 2004, se colocó en la plaza del Salvador una estatua con su imagen, honrando con ello el lugar e iglesia donde fue bautizado.
En lo referente a Laguna de Duero, además de la renombrada capilla, se ha denominado con su nombre la iglesia y parroquia de nueva construcción junto a la casa de la artes, además de establecer fiesta local el día 13 de mayo en recuerdo de su canonización.
OFRENDA FLORAL AL PATRÓN:
FIGURA EN LA PLAZA DEL SALVADOR:
Del nuevo convento-seminario oblato del Abrojo tenemos que estar orgullosos de que allí conocimos todos los laguneros al Padre Ramiro, persona cercana, amable y siempre dispuesta a ayudar en lo posible a cuantas personas se lo solicitaban; estando siempre dispuesto a dar buenos consejos o incluso a sujetarse los vuelos de la sotana con el cinto para jugar al futbol con los chavales reunidos en el campo de futbol, existente frente a la fachada del convento.
La trayectoria de Ramiro Díaz comenzó a los 12 años al ingresar en el Seminario Menor de los Oblatos de Hernani, en Guipúzcoa, siendo trasladado en 1960 al Abrojo, donde permaneció durante veinte años, ejerciendo de párroco durante 2 de ellos; a la vez que ejercía de profesor y administrador del centro del Abrojo y coadjutor de Laguna de Duero hasta el año 1980 que se trasladó a Málaga. Completó su formación eclesiástica en Pozuelo de Alarcón de Madrid, donde estudió Filosofía, Teología y Formación Pastoral. En 1982 fue nombrado Superior Provincial de todos los oblatos de España hasta 1988 en que volvió a Málaga, siendo destinado 2 años más tarde a la primera misión de los Oblatos en Casigua El Cubo (Venezuela) permaneciendo allí durante siete años; siendo nombrado Obispo titular de Machiques de Perijá, Estado de Zulia (Venezuela) en 1997, cargo que ocupó siendo conocido como “Obispo de Indios”, por su especial dedicación a los más pobres y desfavorecidos, especialmente a los indios motilones, etnias bari, yukpa y Wayú, quienes le correspondieron siempre con mucho cariño, y ocupaba el puesto de Vicario apostólico en Machiques. En septiembre de 2009, presentó su renuncia al puesto como obispo por haber cumplido los 75 años de edad, según lo dispone el canon 401/1 dispuesto en el derecho canónico.
Monseñor Ramiro Díaz:
Pingback: El Bosque Real junto al Abrojo | La Fragua de Laguna de Duero