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Autor del artículo: Andrés Hombría
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A finales del año pasado me encontré por la calle a Javier y le prometí escribir un artículo sobre lo que era entonces el tema de moda: las elecciones andaluzas y sus consecuencias. Propósitos éstos de fin de año y de los que uno se arrepiente en seguida en cuanto comienza el nuevo, pero que, convertidos en promesa pública, suponen una obligación moral.
Han pasado casi dos meses y la tarea parece ahora algo más leve. Se han hecho análisis postelectorales bastante esclarecedores…y se han escrito muchas obviedades. Uno tiene más elementos de juicio…y espera una crítica menos severa de lo que escriba.
Ya antes de los comicios, todos destacaban el extraño carácter de unas elecciones andaluzas en que se hablaba de todo, menos de Andalucía y sus problemas. Evidentemente, entre las competencias de la Junta de Andalucía no están ni la aplicación del Art.155 ni la Ley Integral de Violencia de Género. Sí que le compete, en cambio la regulación del Impuesto de Sucesiones. Una de las primeras medidas del nuevo tripartito andaluz ha sido bonificar el 99% dicho impuesto, medida que indudablemente favorece a quienes reciban más de un millón de euros de herencia, porque los que reciben menos ya estaban exentos anteriormente. La derecha andaluza copia así lo que hizo en su momento la Sra. Aguirre en Madrid …y, quién lo iba a decir, el Sr. Mas en Cataluña.
El segundo elemento que se señalaba, y que los hechos posteriores confirman, es la imagen de la terna Vox-PP-C´s como un bloque con muy pocas propuestas diferenciadoras. El ingrediente común de su discurso era “Pedro Sánchez, presidente ilegítimo, preso de los independentistas catalanes”. Cierto es que Vox, que había visto su “ventana de oportunidad” quería aliñarlo con otros condimentos (derechos LGTB, defensa de la familia tradicional, tauromaquia, refugiados…), pero sabía que incluso el PP del Sr. Casado podía comprar el paquete al completo. En el caso de C´s, un abrazo demasiado estrecho podía ponerle en serios aprietos con sus referentes europeos, como también el tiempo se ha encargado de demostrar. En cualquier caso, el ingrediente principal pareció ser del gusto del electorado, y el bloque obtuvo en su conjunto 300.000 votos más que en 2015, a pesar de que los votos a candidaturas fueron 300.000 menos que entonces.
Dentro del bloque, la atención la monopolizó Vox, que pasó de ser marginal a lograr 400.000 votos…y 12 escaños claves pare la mayoría de derecha. Muchos afirmaron que España, con la existencia de un partido de extrema derecha con peso electoral, había dejado de ser una excepción en Europa. La afirmación parece más cierta que falsa. Los estudios postelectorales señalan que Vox ha crecido en los distritos de renta media y alta, atrayendo a anteriores electores del PP, que, por una vez, podían votar lo que les pedía el cuerpo sin arriesgar el triunfo global de la derecha. Nada que ver con el crecimiento del Frente Nacional en Francia, que gana en distritos industriales en que el PCF solía hacerlo, ni siquiera con las derechas húngaras o polacas, que defienden la moral “tradicional”, pero, no las políticas económicas ultraliberales que Vox incluye en su programa. También es verdad que de éstas casi nadie habla. A nadie parece preocupar su propuesta de un tramo único en el IRPF, fiscalmente tan regresiva que en el Partido Republicano de EEUU se atreve a hacerla.
Crece también C´s, a pesar de su apoyo a la Sra. Díaz en la pasada legislatura. No parece que el balance de los últimos casi cuatro años explique mucho del resultado electoral. Da más la impresión que buena parte del electorado vio a C´s como nuestros “Tercios de Flandes” contra los herejes secesionistas. Su propuesta de ilegalizar los partidos independentistas parecía jugar a fondo con la imagen de “martillo de herejes” que, de momento tan buen resultado parece estar dándole. Recuerdo, por cierto, que en 1994 el CIS hizo una encuesta sobre la vinculación de la gente de cada comunidad autónoma con ésta y con la idea de España, y de la imagen que tenían de la ciudadanía de las otras comunidades. El estudio ha desaparecido de la página web del organismo (se puede ver aún el texto de la encuesta, pero la mayoría de los resultados ya no están), y, creo que es entendible que no se haya vuelto a repetir. Arrojaba datos sorprendentes. Por ejemplo, la imagen de los vascos era en otras comunidades mucho mejor que la de los catalanes (a pesar de ETA y con las Olimpiadas de Barcelona aún recientes). Sin embargo, más del 60% de los encuestados en Cataluña se declaraba “muy español”, frente a menos del 25% en el País Vasco. La imagen de Cataluña era particularmente mala en Andalucía, Extremadura y Murcia, mientras que era casi igual en Madrid que en Euskadi. Todo parece indicar que el crecimiento de C´s se ha producido en ese contexto, en que se enfrentaban los “españoles de verdad” (Vox, PP y C´s), contra los “reos del independentismo” (PSOE) y los quintacolumnistas del separatismo (AA).
Correlativamente, el PP es la única fuerza de derecha que retrocede (300.000 votos), que parece van a parar directamente a Vox, y que no se beneficia de la imagen de españolidad, que en su variante cañí y en la “constitucional” parecen capitalizar sus dos actuales coaligados.
Al tiempo, el PSOE-A pierde 400.000 votos, lo que confirma su tendencia a la baja, pero con un retroceso que triplica el que sufrió entre 2012 y 2015. Algunas de las explicaciones que se han dado me parecen irrelevantes. No creo que la derrota de la Sra. Díaz, contra el Sr. Sánchez haya jugado un gran papel, y en todo caso, estoy seguro que las sospechas de corrupción y el caso de los EREs no ha jugado ninguno. La variable, sin duda más significativa es el envejecimiento de su electorado, problema que comparte con el PP. El factor diferencial fue la alta abstención en los barrios más populares. En Sevilla, uno de sus feudos, la participación fue superior al 75% en el distrito de renta más alta e inferior al 40% en el de renta más baja, y los resultados eran parecidos en Málaga y Córdoba, únicas ciudades andaluzas para las que el INE da la renta por distritos. Sólo la mayor fidelidad de sus electores en los (muchos) pueblos grandes de Andalucía les ha salvado del desastre.
El caso de AA es, a partes iguales, parecido y distinto. Pierde 280.000 votos respecto a la suma de los que obtuvieron P´s e IU en 2015. De ellos 15.000 van a Equo, que esta vez se presenta sólo, y unos 35.000 incrementan los de PACMA. El resto va casi por completo a la abstención, muy pocos al PSOE, casi ninguno a otras opciones. También en su caso la baja participación y su concentración en los barrios de menor renta ha sido el factor fundamental, agravado además porque su electorado es más urbano que el del PSOE-A. Probablemente también, la relativa “estabilidad económica” de estos años (hemos conseguido olvidar “la prima de riesgo”), ha adormecido la voluntad de cambio. Pienso que junto a ello han sumado un problema propio. En buena medida se ha repetido con AA, lo sucedido con UP en las legislativas de junio de 2016, en que perdió un millón de votos respecto a la suma de los de P´s e IU seis meses antes (según mis estimaciones algo menos de medio millón de quienes habían votado P´s y algo más de medio millón de quienes lo habían hecho a IU). No me pregunten el porqué, que yo tampoco me lo explico. Como en el caso del rechazo a lo catalán al que me referí antes, se trata de una manía, es decir, de una fobia carente de literatura científica que la estudie.
En fin, que a posteriori todo se explica bien. Más arriesgado es aventurar qué consecuencias tendrán las andaluzas en el próximo ciclo electoral. Tirémonos a la piscina.
En primer lugar, lo estrecho de los márgenes de centro-izquierda en comunidades como CLM, Extremadura y Valencia (o el Ayto. de Madrid) hace probable un vuelco a la derecha del mapa autonómico.
Aunque dudo que reediten su éxito en Andalucía, los escaños de Vox van a ser relevantes en todos los casos para formar mayorías de derechas. En el caso de las elecciones europeas, en que la implantación territorial tiene poco peso y el comportamiento electoral menos pragmático, Vox y C´s pueden jibarizar el resultado del PP. Por su parte, si C´s decide participar en tripartitos como el andaluz, asume dos riesgos. El primero, que quizá ya tengan previsto, es su pertenencia al Grupo Liberal del Parlamento Europeo. En mi opinión es más grave el segundo: pasados los fervores patrióticos, quedará de ellos una imagen de derecha pura, que sólo puede crecer a costa del PP. Un alivio para el Sr. Sánchez aunque sólo a medio plazo.
El resultado del PSOE dependerá en buena medida si en el teme catalán puede seguir durante mucho tiempo poniendo una vela a Dios y dos al diablo, esperando que todo vuelva, más o menos, a sus cauces. Es difícil que en los meses que quedan se perciba una mejora significativa. El próximo ciclo electoral es poco probable que alivie la situación del Sr. Sánchez. Tendrá que seguir ejerciendo de superviviente.
Tampoco para las fuerzas a la izquierda del PSOE los pronósticos son muy favorables. Las encuestas engañan, pero no todas y a todo el mundo. Más allá de sus conflictos internos deberían decidir a quién dirigirse y cómo hacerlo. El auge de la extrema derecha, y sobre todo, el del discurso de derecha pura en las otras fuerzas conservadores, puede despertar a bastantes abstencionistas de izquierda. No es una “ventana de oportunidad”, pero sí una oportunidad de resituar el debate político; es decir, de dejar de hablar del Toro de Vega y empezar a hablar del Impuesto de Sucesiones.
P.S. Mientras escribo esto, las elecciones andaluzas han perdido relevancia; ahora los medios (¿de información?), nos inundan de reportajes sobre Venezuela (ya saben, el país ese con las mayores reservas de petróleo del mundo). Cuando veo al Sr. Sánchez “exigir” al Sr. Maduro nuevas elecciones recuerdo una(varias) anécdotas de hace casi cuarenta años. En 1992 estuve mes y medio en Nicaragua. No como turista normal, sino dando un curso, y en lo que cabe conviviendo con sus habitantes. Dos años antes había ganado las elecciones Dña. Violeta Barrios, que era la candidata de EEUU y de su co(ho)rte europea. El resultado fue una sorpresa, incluso para los institutos de encuestas “del Norte”. Lo comenté con varios nicaragüenses. Todos me dijeron más o menos esto: ”Mire, las anteriores elecciones las habían ganado los sandinistas y siguió la guerra. Sabíamos que si ganaban también éstas, seguiría igual. Por eso votamos por doña Violeta”. Los venezolanos tendrán que volver a votar hasta que lo hagan como Dios y el FMI manda.
NOTA DEL AUTOR
El texto está escrito y enviado antes de la semana crucial que acabó con la convocatoria de elecciones generales. Todo lo que se refiere a la futura incidencia electoral, que suponía que las legislativas serían en todo caso posteriores a las locales-autonómicas-europeas, no tiene ahora ningún sentido. Mis disculpas si les he hecho perder su tiempo.
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