Autor del artículo: Miguel Castro Villar

Más artículos del autor:
♦ Historia de un sueño

La oligarquía ha decidido, que ya está bien que Bolivia tenga un gobierno que intenta proteger a los más débiles de los envites de las multinacionales. Un gobierno que pone todo su empeño en paliar la pobreza, el hambre, la miseria y el analfabetismo,- sobre todo en la población indígena- y con la connivencia de los EEUU, la complicidad de la OEA, y el brazo ejecutor de las Fuerzas Armadas, han puesto el País “Patas arriba” al borde de una guerra civil.

Nada nuevo bajo el Sol. Brasil, Argentina, con golpes más “blandos”, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Chile…Han sido desestabilizados – Por usar un término amable – Enfrentando al pueblo y obligándolo, en la mayoría de los casos a hacer dejación de los escasos logros sociales obtenidos.

EEUU, sigue tratando a los países Latinoamericanos, con un desprecio y una arrogancia que no tiene límites – al resto del mundo también – demostrando un absoluto menosprecio a la independencia de las naciones y las vidas de sus ciudadanos, a sabiendas de que este comportamiento no le trae ninguna consecuencia, ni política ni económica, por parte de la comunidad internacional, que como mucho emitirá unas tibias quejas, eso si no se alinea directamente con los EEUU de Norteamérica como en el caso de Venezuela.

La cuestión es que, los que ya tenemos cierta edad, deberíamos estar acostumbrados a esta forma de actuar del “Gigante Americano”, basta con hacer memoria hasta los tiempos del que probablemente haya sido uno de los más “impresentables” de los presidentes de USA, que protegió a dictadores tan sanguinarios como Somoza en Nicaragua, Videla en Argentina, Pinochet en Chile y un largo etc.

Ronald Reagan; ese actor de segunda fila, que no dudo ni un momento en denunciar a sus compañeros de Hollywood cuando la famosa caza de brujas del senador – alcohólico – Joseph McCarthy allá por los años cincuenta, y que a pesar de haber promulgado leyes durísimas contra el tráfico y consumo de drogas – llenó las cárceles de su país de negros e hispanos – montó un “chiringuito” que transportaba drogas de Sudamérica a EEUU, donde se distribuía en los barrios más humildes, y con los beneficios financiaba los sabotajes y la guerra sucia contra Nicaragua que acababa de estrenar su revolución Sandinista. Aunque este diabólico proceder no es exclusivo de Mr. Reagan, si no, que es una constante en la historia reciente de USA que actúa en Latinoamérica como si de su cortijo particular se tratara.

La ONU, como de costumbre, mirará hacia otro lado, ocupada como siempre en cuadrar su presupuesto, del cual alrededor del 80% se les va en pagar sus suculentos sueldos.

Bolivia – según calculan los expertos – tiene en este momento, más del 70% de las reservas mundiales de Litio. ¿Acaso alguien pensaba que los oligopolios iban a consentir que esa importantísima fuente de riqueza fuese gestionada por un gobierno como el de Evo Morales, formado en su mayoría por indígenas, y cuya intención era que parte de esa misma riqueza revirtiera en mejorar el nivel de vida de los Bolivianos, y quedarse ellos sin parte “del pastel”?- mejor dicho – sin todo “el pastel” Solo tenían que haber mirado a su alrededor. Venezuela, Brasil, Méjico…O, a África y Oriente Medio. El Congo, Libia, Irán e Irak. Etc…

Parece que para algunos Países, el hecho de poseer recursos mineros, petrolíferos, madereros, o de cualquier otra índole, se convierte en una maldición. Las grandes multinacionales con la complicidad de los países “Más desarrollados, más civilizados y más demócratas”, no tardan en abalanzarse sobre ellos, montarles un gobierno “Títere” fácilmente manipulable, a ser posible dirigido por algún “Sátrapa” al que enriquecerán junto a su familia o conjunto de familias que dirigirán el “cotarro” facilitándoles la labor de esquilmar dichos recursos, mientras el resto del pueblo es condenado al hambre, la miseria y la desesperanza. Y si no, pues te montan una guerra con la que también obtienen pingües beneficios, con la venta de armas y la deuda externa, que dejara al país en cuestión, hundido para el resto de sus días.

Lo dicho: ¡Nada nuevo bajo el Sol!