Autor del artículo: Javier Noriega

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La última lectura propuesta por el Taller de Lectura del AteneoSC de Laguna ha sido uno de los títulos, elegido al azar, del último Premio Nobel de Literatura, Kazuo Ishiguro, autor desconocido por los miembros de este Taller. Se decidió proceder a leer El gigante enterrado, publicado en español por Anagrama.
Al poner en común la lectura todos confesamos que en un principio el libro nos causó una mezcla de incredulidad y asombro al no saber muy bien qué estábamos leyendo, si un relato fantástico, si un cuento propio de la literatura infantil. Por otro lado, habida cuenta de que el autor tiene orígenes japoneses en primer grado y él mismo nació en Japón, aunque su familia se trasladó a Inglaterra cuando él contaba 6 años y allí reside desde entonces, algunos de nosotros pensamos si la narración no sería una forma “oriental” de relato, no sujeto a los cánones de la novela occidental: todas esas fórmulas de tratamiento formal entre los protagonistas, marido y mujer ancianos, y entre los personajes que van surgiendo a lo largo del relato.
Por otra parte, la aparición de caballeros pertenecientes al ciclo artúrico, las referencias a Merlín, al propio Arturo, a dragones, a sajones y a britanos anclaban el relato en coordenadas occidentales e inglesas bien sólidas. Pero la inverosimilitud de un narración que parecía querer fundarse en la historia hacía de todo ello un “totum revolutum” de difícil digestión. Sin embargo, el relato aparecía firme, avanzaba y no sólo interesaba, sino que prendía. Y es que el interés, el suspense, se mantiene hasta la última línea, hasta el punto final. El giro que la historia da en las páginas finales, mantienen al lector en vilo. Es más, a más de uno nos ha hecho interesarnos por la historia del libro y por su autor.
La base histórica de la novela es sólida y se remonta nada menos que a las guerras que sajones y britanos libraron después del abandono Inglaterra por parte del imperio romano, a la aparición de un rey britano –real o imaginario- llamado Arthus que a su vez es el centro de la leyenda artúrica que va a dar lugar a la aparición en Francia de la novela como el género que todos conocemos. Y es esta base la que hace a Ishiguro desarrollar un novela que avanza de forma desconcertante para el lector, envuelto en la misma niebla que borra la memoria de los protagonistas , niebla que no es sino la metáfora de los orígenes de la leyenda por todos conocida.
Es, pues, una novela arriesgada, fuera de modas, desconcertante en muchos casos y que no exige del lector conocer los orígenes en los que parece fundarse. Suponemos que para los lectores británicos las referencias deben de ser mucho más explícitas, sencillas, puesto que hacen referencia a su propia historia y a su literatura. Nada es lo que parece en la novela, los aliados pueden convertirse súbitamente en enemigos y los motivos por los que cada personaje persigue un objetivo común no son los mismos aunque al principio pudiera parecerlo. La novela es un puro avance incomprensible e inconexo que va cobrando sentido según va progresando. Y el final, abierto e inesperado, es igual de inquietante y desconcertante que el resto de la novela. Vale la pena la lectura.
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