Girón* hizo un movimiento
y se perdió Tordesillas,
se intuye baile de sillas
y algún emolumento.
Dejó su flanco abierto
por donde las tropas reales
entraron con sus males
sembrando gran desconcierto.
Y perdida la tal villa,
también la reina perdieron,
a quien ellos propusieron
fue a Juana de Castilla.
La torre “comió a la reina”
quedando allí recluida,
allí encerraron su vida,
allí se lava y se peina.
La nobleza, ¿sobornada?
por Carlos I de España,
hizo de su lanza caña
y no quiso saber nada.
La suerte juega a los dados
y a Villalar eligió,
la batalla se perdió,
pero aún siguen honrados.
Derrota de Villalar,
por lluvia y barro derrota,
la sangre en torrente brota
empapando ese lugar.
Quinientos años pasaron
desde que los Comuneros,
en defensa de sus fueros,
sus cabezas se jugaron.
Sabemos que las perdieron
como lo cuenta la historia,
y hoy en su memoria
se recuerda lo que hicieron.
Sabemos lo que pedían
y cómo lo defendieron,
por ello su vida dieron
luchando con lo que tenían.
El pueblo a ellos se unió
pidiendo comunidad,
y pidiendo libertad
junto a ellos luchó.
Con el fuego de Medina
la sangre del pueblo hirvió;
su artillería empleó
en combatir dicha inquina.
Después de dicha batalla,
tres alcaldes** dictaron sentencia,
en ella no hubo clemencia
y la espada se hizo canalla.
Desde que El Empecinado
por Villalar dio una vuelta***
la derrota y la revuelta
tomaron otro calado.
Más tarde, en la transición,
la derrota se hizo mito,
la reivindicación rito,
y la fiesta tradición.
Corren tiempos de pandemia
en la actual primavera,
no habrá gente en la pradera
por causa de esa epidemia.
Si no hay celebraciones
en multitud expresadas,
aunque queden aplazadas
estarán los corazones.
* Pedro Girón y Velasco.
**Cornejo, Salmerón y Alcalá.
***23 de abril de 1821.
El Gallo del Alba.