Montserrat Sanz García
Las nuevas tecnologías irrumpieron en nuestras vidas abriendo un abanico de posibilidades impensable hasta entonces. Es con seguridad, el área en el que los avances han sido más rápidos y más diversificados, teniendo un ámbito de aplicación casi infinito. Es por ello que no podemos ser ajenos a ellas. Están aquí y han venido para quedarse, son el presente y aún más serán el futuro. Quien se quede fuera de ellas se quedará desenganchado de ese mundo virtual que corre paralelo al real, y debido a la velocidad a la que cambian y evolucionan “coger el paso” una vez perdido va a ser especialmente difícil.
Nuestros hijos, son lo que se conoce como “nativos digitales”, han nacido con las nuevas tecnologías a su alcance y tienen una capacidad casi innata para su manejo desde su más tierna infancia. Nosotros en cambio, somos “inmigrantes digitales”, nos hemos reenganchado a las nuevas tecnologías después de otros aprendizajes y nos cuesta más esfuerzo manejarlas con la soltura de los más jóvenes.
Que nuestros hijos manejen con soltura las nuevas tecnologías, no significa que las manejen bien.
Sin embargo, el hecho de que nuestros hijos manejen con soltura las nuevas tecnologías, no significa que las manejen bien. Son capaces de bajar rápidamente una aplicación e instalarla de forma intuitiva, pero pocas veces se detienen a leer los avisos legales o a pensar que implicaciones tiene el que su dispositivo móvil, por ejemplo, pueda ser geolocalizado por la aplicación de Google.
Con las nuevas aplicaciones y aparatos, surgen nuevos peligros para ellos. Y nuestra responsabilidad como padres es protegerles de esos peligros virtuales de la misma manera que lo hacemos en el mundo real.
Apercibimos a nuestros niños del peligro de hablar con extraños y sin embargo no sabemos con quién hablan por whatsapp.
Apercibimos a nuestros niños del peligro de hablar con extraños y sin embargo no sabemos con quién chatean a través del móvil o con quien hablan por whatsapp. Nuestra, muchas veces, impericia digital nos hace desconocedores de todos los peligros que surcan la red, e incluso cuando se reciben avisos de la policía sobre determinados temas sensibles, tendemos a pensar que eso no pasa con nuestro hijo, pero…¿sabemos realmente cómo utiliza su dispositivo?, ¿con quien habla?, ¿qué contenido se descarga incluso involuntariamente cuando navega en la red, por ej. jugando a Minecraft?
Ciberbullying, sexting, grooming, tecnoadicción, y muchos otros más son los términos de nuevo cuño a los que los Psicólogos hemos tenido que acostumbrarnos a la estela de la aparición de nuevas tecnologías. Y cada vez van a ser más los problemas que van a surgir, porque si internet está ahora presente en nuestras vidas en un 60%, pronto lo estará a un 90%.
¿Sabías que los dispositivos de actividad, (sí esos inocentes dispositivos que te dicen cuanto corres, las calorías que ingieres, etc…) localizan tus recorridos, tus horarios, el tiempo que tardas en llegar a casa, etc…y que todos esos datos que están en la red pueden ser hackeados y ofrecer información a delincuentes?…
¿Sabías que los menores no pueden utilizar la aplicación Whatsapp si tienen menos de 16 años, y que si en su uso cometen un hecho delictivo (cómo tener una imagen inapropiada que le hayan enviado) los responsables últimos son los padres?
Es mucho el desconocimiento que tenemos los “inmigrantes digitales” sobre todos estos temas, y es normal. Pero lo cierto es que entre nosotros y nuestros hijos “nativos digitales” hay una “brecha digital” inevitable pero que no debe ser justificación para que convirtamos a nuestros hijos en “huérfanos digitales”: niños y jóvenes que no saben dónde están los límites ni tienen normas en el uso de las TIC.
Muchos padres creen que si dejan al niño con la Tablet viendo dibujos en Youtube no hay riesgo, pero sí lo hay. Junto a los dibujos animados, aparecen en la barra lateral, ciertos contenidos inadecuados para los críos por violentos, sangrientos, racistas y/o de contenido sexual. Existe la posibilidad de habilitar un “modo seguro” pero hay que conocerlo y hacerlo porque viene deshabilitado en principio.
Los peligros que existen en el mundo digital traspasan la pantalla. Conviene por ello que les eduquemos en un uso adecuado de las TIC
Los peligros que existen en ese mundo digital, traspasan la pantalla y se instauran en el mundo físico y real. Porque el ciberbullying, el acoso, se puede realizar vía email o whatsapp, pero el malestar, la depresión y la sintomatología en que se traduce es física y real.
Conviene por ello que les eduquemos en un uso adecuado de las TIC, que les enseñemos qué pueden hacer y qué no (igual que hacemos en la vida real), que les expliquemos los riesgos de determinados comportamientos y, cómo en la vida física, que les eduquemos con el ejemplo. De poco sirve que digamos a nuestra hija de 14 años que no debe colgar fotos personales en la red, si desde que era un bebe nosotros hemos compartido fotos suyas contando en Facebook sus primeros pasos o cómo come su primera manzana. O le hablemos de qué depender del móvil es un problema, si somos los primeros que volvemos a casa a medio camino de nuestro destino porque nos lo hemos olvidado.
Una buena pauta para educar en el mundo digital, es seguir las mismas directrices que tenemos en el mundo real. Si cuando es tiempo de estudio no dejamos a nuestro hijo salir a jugar con los amigos, ¿por qué le dejamos whatsappear con ellos en ese tiempo?. Si le marcamos una hora para acostarse…¿le permitimos que tenga la Tablet o el ordenador en su habitación?,¿sabemos lo que hace cuando cierra la puerta?…
Hacernos conscientes de los riesgos que conllevan las TIC da un poco de miedo: no nos vemos muchas veces competentes para educar a nuestros hijos en algo que desconocemos en gran medida. Pero pensar que no va a pasar nada o que no es algo importante es aplicar la estrategia del avestruz “como no lo veo no existe”, el problema es que sí existe y cuando sacamos la cabeza está ahí y más cerca.
Es necesario educar a nuestros hijos en un uso responsable de las nuevas tecnologías: Que sean instrumentos para ellos y no al revés.
Así que tomemos el tema en serio y empecemos a dar pasos para educar a nuestros hijos en un uso responsable. Que las nuevas tecnologías sean instrumentos para ellos y no al revés.
Montserrat Sanz García
Psicóloga habilitada en funciones Sanitarias
Contacto: msgpsicologia2@gmail.com
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