IMPRESIONES
Las esperanzas siempre penden del futuro,
en este mar no queda nada que pescar,
todos los ríos están tan revueltos
que el agua empieza a oler fatal.
En el asfalto abunda el ruido de sirenas
insinuando urgencias que atender,
la violencia causa sus propios problemas,
las distracciones chocan contra la vida,
y la salud a veces se encuentra mal.
La vida es un mendrugo duro de roer,
tener trabajo hoy en día en un privilegio
que hay que procurar mantener,
pues salir a buscarlo es más cansado
que ir a trabajar en él.
De los principios sólo queda un mal final,
de las promesas sólo el desengaño,
la egotitis es ya una pandemia
tan extendida y descontrolada
que resulta difícil de curar.
Hay generosos que cuando dan
parece que están pidiendo,
lo que te ofrecen con una mano
te lo exigen con la otra al momento
más un tanto por ciento.
Sobran las dudas y faltan las certezas,
los que más saben tuvieron que callar,
lo que conocen no cabe en los moldes
de quienes moldean la forma de pensar.
En todas las casas hay más de un intruso
enchufados a corrientes de opinión
que cuando hablan mienten
de tal manera que parece verdad;
medios que miden su consumo
con contadores trucados de falsa realidad.
Pero mañana todo puede ser distinto,
en un instante puede cambiar la eternidad,
y ello no es cosa de milagros
es suficiente con la voluntad.
ÉL Y SUS CIRCUNSTANCIAS
A lomos de su bagual
avanzaba Martín Fierro;
su voluntad se hizo hierro
que de la forja es metal.
Le mueven el corazón
los latidos de la Pampa;
matrero, mas no del hampa,
payador de la razón.
Con la injusticia social
la piel del gaucho se quema;
de esto va este tema
que cantado es especial.
Las cuerdas de la guitarra
acompañan su payar
sin pentagrama rayar
ni escribir en la pizarra.
Por los campos de Argentina
va con sus boleadoras
de vocación cazadoras
y así come cuando atina.
El destino del rebelde
es la huida del destino
si no quiere que su vino
se lo sirva el que lo encelde.
Cabalgaba Martín Fierro
a lomos de su bagual
a veces ya le da igual
que preparen el su entierro.
Escribiendo este poema
he derramado una lágrima,
es el dolor de mi ánima
cuando pienso en su dilema.
Y hoy que es un día de pena
cuando miro el calendario,
por no rezar un rosario
quise escribir esta escena.
Pido perdón si he errado
al hablar yo de este tema,
pues tal vez mi mental esquema,
por ignorancia, esté equivocado.
EN EL IR Y VENIR DE MIS SUEÑOS
Hoy, sin saber cómo,
me he dado cuenta de que,
cuando estoy durmiendo,
mis sueños salen a hurtadillas
de mi habitación;
y se van a paisajes lejanos
en un ir y venir instantáneos,
y se van al ayer que pasó
o al futuro que habrá de llegar;
y a las puertas del cielo estuvieron
pero no entraron dentro,
mas no fue por ser malos,
ni por no ir de parte del Papa de Roma
o del cura del pueblo,
sino porque aún no había llegado su tiempo.
Y en el túnel que lleva al infierno
vieron que el diablo había perdido
el rabo y los cuernos.
Y detrás de una alta montaña
que hay en el Tíbet
a Sambalah intuyeron.
Y estuvieron hurgando en un charco de ranas
donde el fango no dejaba ver nada,
y en un río revuelto echaron anzuelos
por ver si algo pescaban,
pero se percataron de que hay gente
que pesca con redes y no dejan nada.
Y en su ir y venir del ayer al mañana,
en un nido que había en el árbol del bien y del mal,
encontraron un huevo,
mas no saben si era ave o reptil
lo que había allí adentro.
Y en el mar de las dudas,
donde todo está a oscuras,
comentaban que vieron,
a la luz de las velas de todos los barcos,
que las cuestiones del todo y la nada
están tan ocultas que nada se ve;
y que detrás de los arcos
que protegen las estancias
donde habita el poder,
hay un no sé qué y un qué sé yo
que conviene descubrir lo que es.
Y estuvieron buscando caminos
con quienes mendigan
en la esquina del tiempo perdido,
asumiendo y rumiando el pasado,
mientras llega el incierto futuro.
E incluso estuvieron en la noria del tiempo
contando las horas a jornada completa,
y fueron silenciosos testigos
de que el rey de los Hunos
no era peor que los reyes de otros.
Y en los largos viajes que han hecho,
una vez escucharon y vieron
a la Osa Mayor que a la Osa Menor
le contaba un gran cuento,
mientras ésta se quedaba dormida
en los amplios brazos del cielo,
y el Lucero del Alba velaba sus sueños.
Y una tarde cualquiera
de un día de junio,
de no sé qué año,
en un cielo azul transparente
con Juan Salvador Gaviota
rizaron el rizo en un vuelo perfecto
en mitad de una siesta.
Y es que a mis sueños
les gusta salir, mientras duermo, de fiesta,
pero siempre me queda el consuelo
de que cuando me despierto
están siempre de vuelta.
El Gallo del alba