Autor del artículo: Andrés Hombría

Más artículos del autor:
♦ Ida y vuelta (de J.M.A.)
♦ Gorbachov ¿Traidor o héroe?
♦ Cumbre borrascosa
♦ Guerra y Paz (parte 2ª)
♦ Guerra y Paz (parte 1ª)
♦ El efecto mariposa
♦ ¡Que paren este país que me bajo!
♦ Afganistán, o la diferencia entre intervenir e invadir
♦ Pablo Hasel, Isabel Medina, Maximilien Robespierre
♦ Desigualdad y escena politica
♦ Panorama sobre la desigualdad
♦ Palestina seis años después, parte II
♦ Palestina seis años después, parte I
♦ Finalmente si que eran gigantes
♦ Coronavirus
♦ Togas que son losas
♦ La ceremonia de la confusion
♦ Iglesias, Sanchez y el Sr X
♦ Un poquito de por favor
♦ Perdón
♦ Elecciones andaluzas
♦ Eurocentrismo frente a Multiculturalismo, o como falsear los términos de un debate (parte II)
♦ Eurocentrismo frente a Multiculturalismo, o como falsear los términos de un debate (parte I)
.
Es bien sabido que los seres humanos carecemos en buena medida de la capacidad de distinguir cuando los números son muy grandes, especialmente cuando se refieren a cosas que apelan fuertemente a nuestra compasión, por ejemplo, cuando se habla de víctimas. Voy a ponerles un ejemplo de actualidad.
Con ocasión del mundial de fútbol en Catar seguro que han oído en muchas tertulias que en las obras de construcción de los estadios habían muerto 6700 trabajadores, citando datos del periódico británico “The Guardian”. Intrigado, busqué el artículo original * y , leyendo el texto, no solo el titular, ese era el número total de migrantes muertos entre 2010 y 2020 en aquel país del Golfo. Al principio de dicho periodo había en el emirato más de un millón de migrantes y al final de él ya eran dos millones. Es decir, la población media de extranjeros durante aquellos once años fue ~1,5 millones de personas, es decir tres veces la de la provincia de Valladolid. Un cálculo rápido nos dice que la mortandad equivalente en nuestra provincia debería de ser de poco más de 200 personas al año. Vamos, que muchos días nuestros tanatorios estarían vacíos. Leyendo luego el cuerpo del artículo (no solo el titular) se aclaraba que probablemente los datos del total de fallecidos eran incompletos, porque solo comprendían las cinco principales naciones emisoras, Paquistán, la India, Bangla Desh, Nepal y Sri-Lanka. Pero incluso multiplicando la cifra de fallecidos por dos, la tasa de mortandad seguía resultando muy baja; parece lógico porque, en general, las personas no emigran a los 75 años sino a los 25. En el mismo artículo se señalaba que los muertos atribuibles a accidentes en la construcción de los estadios eran…37, de los cuales tres habían tenido lugar en el propio tajo y el resto era consecuencia de lesiones en la jornada laboral, accidentes en la ida o vuelta a la obra y secuelas de golpes de calor. Probablemente la cifra también era incompleta, pero era la única que “The Guardian” aportaba en el cuerpo del artículo (no así en el titular: “Revelado: 6500 migrantes muertos en Catar desde la concesión del mundial de fútbol”). Datos posteriores del propio estado catarí elevan la cifra hasta las 100 víctimas, incluyendo en ella la construcción de autopistas, infraestructuras urbanas y hoteles. Sin embargo Human Rigths Watch**daba la cifra de 400. Para hacerme una idea de la dimensión del problema busqué el número de muertos en la construcción en España por causas laborales, En 2021, que es el último año del que encontré datos, y que no fue precisamente un año de gran actividad en el sector, las víctimas fueron 147. Ciertamente Catar solo tiene dos millones de habitantes (de los cuales el 90% son migrantes) pero la actividad constructiva ha sido intensísima entre 2010 y 2022.
Los artículos de denuncia se referían también a las condiciones laborales de los trabajadores extranjeros en los países del Golfo Pérsico y, en particular a la institución de la “kafala” (en árabe “garantía”), por la que todo trabajador debe ser “invitado” por su futuro empleador para poder entrar en el país, lo que lo convierte en prácticamente en un esclavo de su “kafil”. Para mi sorpresa, dicha institución existe en Arabia Saudita y todos los países del Golfo…salvo en Catar que la suprimió hace más de seis años. Es más, consultando informes de la OIT, descubrí que este país era también el único entre ellos en haber establecido un salario mínimo general, es decir, tanto para autóctonos como para trabajadores extranjeros.
Sorprendido por tanto interés por las condiciones laborales en Catar, y no en Arabia Saudita (ya saben, ese gran amigo de nuestra monarquía), Kuwait (que contribuimos a liberar de la ocupación iraquí) o EAU (actual residencia de nuestro Emérito) empecé a preguntarme cuáles podían ser las causas. Recordé entonces que Catar es el único país del Golfo Pérsico que mantiene relaciones económicas con Irán, con el que de hecho comparte el mayor campo de gas natural conocido, que se extiende de una a otra orilla de aquel mar. Se niega por ello a secundar las sanciones que “la comunidad internacional” (es decir, EEUU y quienes seguimos a pies juntillas sus dictados), han acordado contra aquel país. Financia además la emisora Al-Yazira, que es, en mi opinión, el único medio importante y fiable de información sobre temas de Oriente Próximo y Asia Meridional. De hecho, cuando las tropas estadounidenses entraron en Bagdad uno de los objetivos de sus misiles fue la oficina de dicha emisora en la capital iraquí con el resultado de la muerte del periodista Tareq Ayub (solo hubo una víctima porque los periodistas estaban cubriendo las informaciones sobre el terreno y solo uno se encontraba en la sede coordinándolos). La periodista palestina Shirin Abu Akleh, asesinada por el ejército israelí en mayo de 2022 en los territorios ocupados de Cisjordania, trabajaba también para Al-Yazira. Dr hecho, cuando Arabia Saudita y el resto de los países del Golfo decretan sanciones contra Catar, una de sus exigencias es el cierre de dicha emisora.
Y en esto llegamos a la guerra de Ucrania. Para prescindir del gas ruso (y del iraní, país al que “Occidente” ya tenía sancionado) una de las primeras alternativas es Catar, segundo exportador mundial por detrás de Rusia. El problema es que dicho país tiene ya comprometida toda su capacidad de producción con China y los países de Asia Meridional, y se niega a romper sus compromisos anteriores para cubrir las nuevas carencias europeas. Algo que prueba, sin duda, el carácter antidemocrático de aquel país. ¡Que además se permite intentar sobornar a europarlamentarios de los dos grupos mayoritarios de la Cámara, para ésta sea un poco más indulgente con su régimen! ¡Habrase visto, atreverse a practicar “lobbysmo”*** en la Eurocámara! Eso solo está bien que lo hagan las multinacionales, bueno o el reino de Marruecos, que es de los nuestros, pero un país que mantiene relaciones con Rusia e Irán ¡Vaya descaro!
Claro, que de proseguir el distanciamiento de “Occidente”**** por parte del conservador gobierno de Modi en la India, e incluso del otrora seguro aliado saudita, quizá en breve, los grandes medios de comunicación descubrirán las graves violaciones de los derechos de los trabajadores emigrantes en los otros países de la zona e incluso la responsabilidad de Modi en las matanzas de musulmanes en Gujarat cuando era gobernador de aquel estado indio.
Quisiera terminar con una confesión personal. Todo esto lo escribo con la esperanza de que el emir catarí intente sobornarme. Les aseguro que me conformo con un 10% de lo que Sarkozy, Platini o los europarlamentarios Kaili y Panzeri recibieron. ¿Tendrá “La fragua de Laguna” suficiente impacto mediático para que, por fin, no el propio emir Al Thani, sino, no sé, algún ayudante de un ayudante de un ayudante suyo, se digne tentar mi venalidad? Les ruego, pues, que llenen la sección de comentarios. Los cataríes me harán llegar sus “mordidas” y además ¿se imaginan cuánto aumentaría el prestigio de Laguna y de su Ateneo si tuviésemos un “Catargate” propio?
**)De cuya junta directiva forma parte don Javier Solana, ex-secretario general de la OTAN.
***) En México y otros países de habla hispana lo llaman “cabildeo” y creo que nosotros deberíamos importar el termino.
****) Ya se sabe que los países pueden alejarse de “Occidente” sin mudar su posición en el mapa.