Autor del artículo: Andrés Hombría

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La salida de las últimas tropas estadounidenses de Kabul y el derrumbe del gobierno por ellas tutelado han suscitado en muchos medios el recuerdo de la salida de las tropas soviéticas en 1989 y la caída del régimen progresista afgano que siguió.
Ambos procesos se parecen en que en ellos dos grandes potencias nucleares deben retirarse de aquel país centroasiático, derrotadas por un movimiento guerrillero …y en poco más.
La primera diferencia que salta a la vista es la cercanía o alejamiento de la potencia del territorio en que interviene. En 1980 Afganistán era un estado fronterizo con la extinta Unión Soviética, mientras que cae a muchos miles de quilómetros de EEUU. No significa esto que nadie tenga derecho a invadir a sus vecinos, pero hacerlo a un país tan alejado de tus fronteras refleja un propósito imperialista mucho más evidente: difícilmente puede aducirse que se trata de un malentendido reflejo de autodefensa.
La segunda es que la URSS en diciembre de 1979 “interviene”. Es decir, apoya al sector mayoritario del PDP* que había dirigido el proceso revolucionario en aquel país , contra Hafizullah Amin, que había conseguido presidir el Consejo Revolucionario tras hacer asesinar a su anterior presidente Nur Muhamad Tariki. Por el contrario EEUU “invade”. En diciembre de 2001, nadie en Afganistán ha solicitado su presencia. Para derribar el gobierno talibán utilizan a la “Alianza del Norte”, a la que ya habían ayudado a derribar el gobierno progresista una década antes, pero no inclinan la balanza de ningún conflicto prexistente, puesto que no había ninguno.
El resultado es el previsible: instalan un régimen que nadie quiere en aquel país y que solo apoyan quienes se benefician de la ocupación. Los nuevos dirigentes se reparten lo que EEUU y otros países de la OTAN “invierten en desarrollo del país” (más de 250.000 millones de $, es decir tres veces y media el PIB afgano de 2019), a la vez que no renuncian a hacerlo con el comercio del opio, cuyo área de cultivo se multiplica por ocho en los veinte años transcurridos desde entonces.
El régimen progresista afgano duró casi cuatro años más tras la retirada soviética y, de hecho se derrumbó cuando la Rusia de Yeltsin dejó de proporcionarle repuestos y municiones en 1992. Por el contrario el régimen tutelado por la OTAN no ha aguantado ni tres semanas tras la retirada de sus patrocinadores, entre los que, por cierto estaba nuestro país*.
En fin, como creo que las diferencias entre intervención e invasión están claras y también lo está como se juzgan unas y otras según quien las haga , quisiera concluir aventurando las consecuencias de los últimos acontecimientos.
La primera es la quiebra absoluta del modelo geopolítico que Brzezinski, como estratega del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense entre 1977 y 1981 había impulsado. En dicho modelo, el eje Iraq, Irán, Afganistán son la llave para el dominio de Eurasiay en buena medida para el control del mundo. En función de tal modelo, EEUU apoya la guerrilla integrista afgana ya desde 1979 (antes pues de la intervención soviética) y anima en 1980 a Saddam Hussein a invadir Irán. Cuando ambos países del Golfo se han desangrado (literalmente) lo bastante, y alcanzan un armisticio, deja creer a Saddam que puede ocupar Kuwait, cuya independencia Iraq no había reconocido ni durante el gobierno monárquico prooccidental. Esto les permite arrasar el ejército iraquí en la famosa “Tormenta del Desierto”, en realidad más una cacería que una guerra…y de paso apuntillar el status de gran potencia de la URSS de Gorbachov. Luego vienen los atentados de septiembre de 2001, que dan la excusa perfecta para invadir Afganistán en 2001 e Iraq en 2003, a pesar de que los autores de los atentados eran casi todos saudíes, amenazando además las fronteras iraníes, para gran regocijo del gobierno de Tel Aviv. El resultado en el caso afgano ha sido gastar más de dos billones de dólares (aproximadamente 30 veces el PIB afgano de 2019)…y provocar el acercamiento de Paquistán a China. En el caso iraquí , la invasión ha hecho de Irán un actor mayor en la escena política de aquel país.
La segunda consecuencia que se deduce del desenlace del conflicto afgano es que, cada vez en mayor medida, EEUU hace pagar a Europa Occidental muchos de sus platos rotos. Acabada (oficialmente) la “Guerra Fría”, la OTAN se manifiesta sin ambajes como la cobertura de EEUU para llevar adelante su propia agenda exterior. Lo es primero en Yugoeslavia, que aún podría decirse estaba en el “área de actuación”atlantista, sigue en Afganistán, vienen luego Libia y Siria. En todos los casos con desastrosas consecuencias para sus poblaciones , en algunas , incluso para los promotores. La intervención en Libia ha convertido el país más próspero de África en un estado fallido…que además produce mucho menos petróleo que antes. Por su parte, el apoyo a la guerrilla integrista siria ha conseguido “despertar” a Rusia, haciendo que sea el principal soporte de la estabilidad siria y de la defensa contra el Estado Islámico y ha reforzado el papel de Irán en aquel país. Ambas intervenciones han provocado millones de refugiados con lo que supone de drama humano para ellos …y de problema político para Europa**.
Aunque mucho me temo que no sea así, creo que los europeos deberíamos aprender que actuar de peones en los proyectos estratégicos de EEUU no nos puede traer más que problemas, haciéndonos además corresponsables de verdaderos dramas para las poblaciones afectadas por las intervenciones “occidentales”.
La OTAN nace en el contexto de un enfrentamiento estratégico entre EEUU y la URSS, que ya no existe. Algunos estuvimos siempre en contra de los bloques militares, pero, en cualquier caso el mantenimiento del bloque atlántico y la “universalización”de su espacio de actuación es un peligro para los europeos como agentes y para muchos asiáticos y africanos como pacientes
*) Modestamente, como corresponde a nuestro peso en la escena internacional
**)Que no para EEUU porque nadie puede intentar cruzar el Atlántico en patera.
Artículo claro y sobre todo clasificador, sin tendencias a ningún lado, es una exposición soberbia
Gracias Andrés por tenerte de colaborador
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