
Otros libros comentados:
· Leonora, de Elena Poniatowska
· La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares
· La mujer helada, de A. Ernaux
· Escupire sobre vuestra tumba, de Boris Vian
· Hamnet, de Maggie O`Farrell
· La señora Potter no es exactamente Santa Claus, de Laura Fernandez
· Lecturas de Arsuaga Millas y de Camus
· Nada, de Carmen Laforet
· El fantasma de Canterville, de Oscar Wilde
· El velo pintado, de W. Somerset Maugham
· Quince días de agosto, de Iria Serrano Medinae
· Carmilla, de Sheridan le Fanu
· Mal de piedras, de Milena Agus
· La hoguera de las vanidades, de Tom Wolfe
· Tus pasos en la escalera, de A. Muñoz Molina
· Carta de una desconocida de S. Zweig, y El honor perdido de Katharina Blum de H. Böll
· La dependienta, de Sayaka Murata
· El silbido del arquero, de Irene Vallejo
· Tres días y una vida, de Pierre Lemaitre
· Sinuhe el Egipcio, de Mika Waltari
· Lección de anatomía, de Marta Sanz
· Pastoral americana, de Philip Roth
· El orden del día, de Eric Vuillard
· Medio sol amarillo, de Chimamanda Ngnozi Adichie
· El Jarama, de Rafael Sanchez Ferlosio
· El gigante enterrado, de Kazuo Ishiguro
· Todo cuanto ame, de Siri Hustvedt
· Canada de Richard Ford y Libertad de Jonathan Franzen
· Memorial del convento de Jose Saramago
· Intemperie de Jesús Carrasco
· En la orilla de Rafael Chirbes
· Suite Francesa de Irene Nemirovsky
· ¿Por qué fracasan los países? de Daron Acemoglu
A continuación publicamos una reseña del último libro leído en el taller de lectura del Ateneo Socio Cultural de Laguna de Duero. Desde esta página animamos a todas aquellas personas interesadas en compartir sus experiencias con la lectura a participar en el taller. Quien desee más información puede solicitarla en la siguiente dirección de correo electrónico: ateneosclaguna@gmail.com
Autor del artículo: Javier Noriega Molinos
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Los componentes del Grupo de Lectura desconocíamos la existencia de este escritor canario hasta que alguno de sus miembros se topó no hace mucho con la noticia de su fallecimiento a una edad temprana, 51 años. Por lo leído en su necrológica, este autor de novela negra ha gozado de una cierta fama y de éxito por lo que se propuso abordar una de sus obras, tanto a modo de homenaje como de relleno de nuestra copiosa laguna lectora.
Suponemos que el título de la novela, La ceguera del cangrejo, es una alusión doble a lo que Ángel, protagonista del libro, es incapaz de ver aunque lo tenga delante de sus narices, y a lo que les ocurre a un tipo de cangrejos cuyo hábitat no hace necesario el sentido de la vista, ni pigmentación alguna, pues nacen y se reproducen en un antiguo tubo de lava al que no llega la luz del sol, en los Jameos del Agua de Lanzarote.
Y al lector –al menos en mi caso- le ocurre lo mismo que a Ángel y a los cangrejos incoloros: que el relato no ha sido de gran ayuda porque el narrador se empeña en no desvelar nada. Es más, cada vez va complicanco la trama dejando al lector in albis viendo como una tras otra de las investigaciones emprendidas no conducen a nada y sin que el lector, por ello, pueda aventurar algo. Siendo La ceguera del cangrejo una novela correcta carece sin embargo de pistas para que el lector tenga el gusto de hacer alguna –aunque sea errónea- conjetura. Va y viene, entre cigarrillos y cafés del protagonista, de un sospechoso a otro. Y, por cierto, que alguno queda malparado –e incluso muerto- por error. Mata a algunos que no es que fueran inocentes del todo pero que nada tenían que ver con la muerte de su amiga y compañera Olga.
Deja caer a sospechosísimos para volver después sobre ellos (o él). Hasta encontrar de forma, a mi entender, un tanto gratuita al culpable. Parece que entre equivocarse de sospechoso y tomar café y fumar se le pasa a Ángel el tiempo volando. Y el lector venga de equivocarse por culpa de esos indicios erróneos en los que le mete, junto con el pobre protagonista, el autor.
Considero (humildemente) que una buena de novela negra es aquella en la que el autor deja al lector alguna pista con la que pueda llegar a la resolución del caso. Aunque no llegue. Pero que al descubrir el autor el final de su juego el lector pueda volver sobre sus pasos y encontrar el punto en el que perdió la resolución del caso. Aquí el menos sospechoso es el culpable. Pero sin pistas, sin indicios, teniendo que creer a pies juntillas en la palabra del autor. Y eso no quiere decir, en este caso, que se trate de una mala novela. Es buena, hace que el lector (al menos éste) desee volver sobre la lectura interrumpida por menesteres que le alejaron de ella.
Mayoritariamente los miembros del Grupo de Lectura la han encontrado un tanto rebuscada en su planteamiento, desarrollo y resolución. Eso sí, es una gozada el viaje el que el autor propone por la isla de Lanzarote, máxime si se ha tenido la ocasión y la suerte de haberlo realizado. Y un reconocimiento a César MANRIQUE y su labor por preservar un universo único.
¡Pena que no haya existido una legión de César MANRIQUE en todas las costas españolas!….
Pues, dicho así, pareciera que la trama se le fue de «las manos» al autor…
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